Historia
Las primeras campanas de la historia datan de unos 2000 años a.C. y tienen su origen en China. A través de Egipto, encontraron su camino a Grecia y al Imperio Romano, para llegar a nuestras regiones en los años 400. Las campanas fueron evolucionando y pronto la Iglesia las empezó a utilizar para convocar a los fieles y a los ciudadanos en general. Fue tal su importancia en la vida diaria, que a finales del S. VIII, Carlomagno instauró la obligación de utilizar campanas en un campanario. Más tarde, a finales del S. XIII, las campanas se empezaron a conectar a relojes mecánicos. En el S. XVI, las ciudades ricas, como Brujas, las usaban para dar mayor realce a las torres de guardia y las torres de las iglesias. En el S. XVII, se fue perfeccionando la técnica y a partir del S. XVIII el carillón empezó a ganar terreno como instrumento musical independiente. Después de los destrozos de la Revolución Francesa, los daños se demoraron casi un siglo en repararse. La expansión internacional del carillón data del S. XX, y desde noviembre de 2014 la UNESCO reconoce la cultura belga del carillón como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.